Murallas y Puertas de Jerusalén

Suleimán el Magnífico (1520-1566) construyó el terraplén actual.

Una leyenda de Jerusalén nos proporciona la siguiente historia: Antes de que Jerusalén estuviera cercada por una muralla, el sultán otomano Suleimán el Magnífico tuvo un sueño en el cual vio a poderosos leones a punto de despedazarlo como castigo por no proteger debidamente a la ciudad sagrada.


El sultán comprendió que esta era una señal del cielo, por tanto ordenó la construcción de la muralla que rodea la ciudad antigua hasta hoy. Además decretó que se colocaran imágenes de los leones que había visto en su sueño en la fachada de la puerta oriental (Puerta de los Leones).

Comenzó por el norte en 1537 y continuó por los lados este y oeste. La muralla sur fue completada sólo en 1540, aparentemente por causa de una disputa sobre si el Monte Sión debería estar incluído. Las autoridades se quejaron del costo que implicaría extender la muralla tan sólo por un edificio, el Cenáculo, e intentaron persuadir a los Franciscanos a asumir el gasto. Los sacerdotes no tenían dinero, por tanto fueron dejados fuera. La ira de Suleimán – hizo ejecutar a los arquitectos – demuestra que su intención era que la muralla honrara y protegiera todos los lugares de veneración populares.

La Puerta de Yafo (Sha’ar Yafo o Bab al Khalil) es la entrada principal a la ciudad antigua por el oeste. Esta puerta fue restaurada con fondos recaudados de la comunidad judía de Sudáfrica después de la Guerra de los Seis Días. El General Allenby entró a Jerusalén a través de esta puerta en 1917 luego de derrotar a los turcos en su marcha por Palestina.

La Puerta de Sión es una de las puertas originales de la muralla otomana pero tenía mucho menor importancia que la Puerta de Yafo y servía como un punto muy secundario de salida de la ciudad, principalmente para los que iban a los cementerios y construcciones religiosas del Monte Sión.

La Puerta de Sión resultó gravemente dañada en 1949 cuando el Palmáj la hizo explotar para lograr acceso a la sitiada comunidad judía en la ciudad antigua. La puerta fue parcialmente reparada después de la Guerra de los Seis Días. Algunas de las cicatrices de la batalla se exponen deliberadamente para registrar la historia de la ciudad.

  
La Puerta de Dung es la puerta más baja de todas en la muralla. Está frente a la aldea de Siloé y de allí su nombre árabe – Bab Silwan –, el cual se ha usado desde la Edad Media.

Durante los períodos mameluco y otomano, la puerta se llamaba Bab Almaghraba, en nombre del barrio Mograbi, que estaba donde hoy se encuentra la Plaza del Muro de los Lamentos. Desde el siglo II D.C., los residuos de la ciudad se han cargado a través de esta puerta para arrojarlos afuera; de allí viene su nombre actual, otorgado en el siglo XIX.

Al principio, esta puerta era solamente una puerta secundaria, un pequeño rectángulo en la torre de la muralla. Sobre ella, en la muralla, hay un arco construído de “almohadones” de piedras, y sobre él una roseta. Hay una Estrella de David en el centro de la fila de piedras entre el dintel de la puerta y el arco. Este motivo decorativo era común durante los períodos mameluco y otomano


La Puerta Dorada (Sha’ar Hazaháv o Bab El-Rahmeh) fue usada por los turcos durante el período de los musulmanes en el siglo VII. Hay dos caminos a esta puerta: uno es llamado “Puerta del Arrepentimiento” y el otro “Puerta de la Misericordia”. Según los cristianos, Jesús entró a Jerusalem por esta puerta y por tanto es llamada la “Puerta Dorada”. Según la tradición judía, el Mesías llegará por esta puerta. Por esta razón es que hay delante de la puerta un cementerio musulmán, ya que el Sumo Sacerdote tiene prohibido atravesar un cementerio. Los cristianos creen que es por aquí que entró el emperador bizantino Hércules después de la derrota de los musulmanes.

Los cruzados abrieron las puertas sólo con fines religiosos. Al final del período cruzado los musulmanes volvieron a gobernar Jerusalén y hasta hoy, la “Puerta Dorada” está bloqueada y existe allí una gran casa de culto y un salón de estudios islámicos. La única entrada es por el Monte del Templo.


La Puerta de los Leones es la puerta por la cual los paracaidistas israelíes entraron a la ciudad antigua durante la Guerra de los Seis Días en 1967. Es la única puerta abierta en la muralla oriental y una de las puertas originales de la muralla que rodeaba la ciudad en el siglo XVI. Ha tenido muchos nombres: Puerta de las Tribus, Bad Sit Mariam (Puerta de María, en árabe), Puerta de Josafát y Puerta de San Esteban (así llamada por la Iglesia Oriental en conmemoración al santo que se cree fue martirizado allí cerca).

Desde mediados del siglo XIX los judíos la llamaron Puerta de los Leones por los dos pares de leones (en realidad son leopardos) esculpidos que flanquean la fachada – el símbolo del sultán mameluco Baibars, quien conquistara Israel en 1260.

Algunas autoridades opinan que estos leopardos de piedra fueron tomados de una de las estructuras construídas por Baibars y se usaron aquí por segunda vez.


La Puerta de Herodes se conoce también como la Puerta de las Flores por los diseños florales grabados en su fachada. La puerta original se conocía como Bab-a-Sahairad, en referencia al predio de sepultura musulmán frente a la puerta. A-Sahairad significa “los que no duermen de noche” y alude a la futura resurrección de los enterrados aquí. Sin embargo, el nombre se tergiversó con el tiempo a A-Zahar, que en árabe significa “puerta de la flor”. El nombre de Puerta de Herodes proviene de que conduce a la casa de Herodes Antipas, donde Jesús fue enviado por Pilato.

También se le llama Puerta de la Oveja por el mercado semanal de ovejas que tomaba lugar en la plaza fuera de esta puerta


La Puerta de Damasco es la más ornamental. Fue construída durante la época de Suleimán el Magnífico entre 1538 y 1541. Se encuentra sobre las ruinas de dos entradas anteriores a la ciudad antigua. La primera era una estructura herodiana. La segunda data del 135 D.C., cuando los romanos recapturaron Jerusalén y la llamaron Aelia Capitolina. Su nombre en árabe, Bab El Amud, recuerda un pilar alto que estaba en la puerta en el tiempo de los romanos y bizantinos. Desde este pilar medían las distancias a Jerusalén con los mojones que se colocaban a lo largo del camino.

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