Brotes de Palmera Datilera después de 2000 años en Ketura


Tiene cinco hojas, 36 cms. de altura y es apodada “Matusalén”. Parece una plántula de palmera datilera común pero, para la especialista en botánica graduada en UCLA Elaine Solowey, es un pedazo de historia resucitado.

Plantada el 25 de enero del 2005, la plántula que crecía en la maceta negra en el vivero de Solowey en este kibutz en el desierto de la Aravá de Israel tiene 2000 años - más del doble de la edad del antiguo personaje bíblico de 900 años que dio su nombre al árbol nuevo. Es la semilla más antigua conocida de la que ha brotado un árbol viable.

La semilla de Matusalén fue descubierta durante excavaciones arqueológicas en el palacio del rey Herodes en el monte de Masada, cerca del Mar Muerto. Su edad fue confirmada por la prueba del carbón. Los científicos esperan que esta insólita plántula eventualmente proporcione pistas claves que lleven a descubrir las propiedades medicinales del fruto del árbol de dátiles de Judea, que se pensaba estaba extinto desde hace mucho.

Solowey, originaria de San Joaquín (condado de Fresno), enseña en el Instituto Aravá para Estudios del Medio Ambiente en el kibutz Ketura, donde ha criado más de 100 especies raras o casi extintas como parte de un proyecto de 10 años de estudio de plantas y hierbas curativas antiguas.

En colaboración con el Centro de Medicina Natural Louis L. Borick en el Hospital Hadassa de Jerusalén, nombrado en honor a su benefactor del sur de California, Soloway trabaja con plantas y hierbas usadas en la medicina del Tibet, China y la medicina bíblica, además de medicinas tradicionales locales de otras culturas, para ver si su efectividad puede ser probada científicamente. En experimentos elogiados por el Dalai Lama, por ejemplo, la directora del Centro Borick, Sara Sallon, ha demostrado que las curas antiguas del Tibet para la enfermedad cardiovascular son realmente efectivas.

La primera vista de la plántula histórica fue otorgada al San Francisco Chronicle. Ésta brotó unas cuatro semanas después de plantada. Ha desarrollado seis hojas, pero se le quitó una para pruebas de DNA para que los científicos puedan aprender más sobre su relación con sus primas actuales.

El dátil de Judea está descrito en la Biblia, el Corán y la literatura antigua por sus diversos poderes - desde afrodisíaco hasta anticonceptivo - y como cura para una vasta gama de enfermedades, entre ellas cáncer, malaria y dolor de muelas.

Para los cristianos, la palmera es un símbolo de paz asociado con la entrada de Jesús a Jerusalén. Los hebreos antiguos llamaban a la palmera datilera el “árbol de la vida” por la proteína contenida en sus frutos y la sombra de sus largas, frondosas ramas. Los árabes decían que la palmera tenía tantos usos como días tiene el año.

Los arquitectos griegos modelaron sus columnas iónicas según el alto, fino tronco de este árbol y su enrulada, espesa copa. Los romanos la llamaban “Phoenix dactilífera” (lit. palmera de tipo “fénix” que produce dátiles), dándole el nombre de “fénix” porque nunca moría y parecía que renacía en el desierto donde toda otra vida vegetal perecía.

Ahora Solowey y sus colegas han revivido a este fénix del desierto, después de 2000 años.

Las antiguas semillas fueron encontradas hace 30 años durante excavaciones arqueológicas en Masada, la fortaleza en la cima del monte en las orillas del Mar Muerto donde el rey Herodes construyó un espectacular palacio. Cuando los romanos conquistaron Palestina y destruyeron el Templo en Jerusalén, Masada fue el último bastión de un pequeño grupo de rebeldes judíos que resistieron el ataque de tres legiones romanas por varios años antes de suicidarse en masa en el año 73 D.C.

El arqueólogo Ehud Netzer encontró las semillas, que fueron identificadas por el departamento de arqueología botánica de la Universidad Bar Ilan de Israel. Se las conservó durante 30 años hasta que Sallon oyó hablar del alijo.

“Cuando preguntamos si podíamos intentar plantar algunas de las semillas, nos dijeron ‘Estáis locos’ pero nos dieron tres semillas” dijo.

Sallon llevó las semillas a Solowey, quien ha cultivado más de 3.000 palmeras datileras y especies raras tales como los árboles que producen las aromáticas resinas francoincienso y mirra. Solowey admite su inicial escepticismo sobre las probabilidades de éxito de este proyecto.

“Cuando recibí las semillas de Sara, pensé que las probabilidades de que este experimento tuviera éxito eran menores a cero” dijo Solowey, sosteniendo entre sus brazos la preciada plantícula en una sección de cuarentena especial del vivero del kibutz. “Pero la Dra. Sallon insistió y me tomé esto muy seriamente. Han brotado semillas de loto de más de 1000 años y me he dado cuenta que nadie ha hecho un trabajo similar con dátiles, así que por qué no hacer nuestro mejor intento - y fuimos recompensados”.

Las tres semillas eran largas y finas, grisáceo-marrón de color. Solowey las empapó en agua caliente, y después agregó ácido giberélico, una hormona potente de crecimiento usada para provocar la germinación en semillas vacilantes. Luego, ella añadió una hormona especial de enraizamiento para plantas arboladas llamada T8 y un fertilizante rico en enzimas para complementar la alimentación natural dentro de éstas. Ella entonces las plantó en macetas con tierra estéril en el festivo Judío de los árboles, que este año se celebró el 25 de Enero.

Solowey colocó las macetas en su vivero y las atendió cada día durante un mes, sin esperar resultado alguno.

“Para mi gran asombro, después de cinco semanas, un pequeño brote de dátil apreció”, ella dice. “Era verde pálido, casi blanquecino. Las primeras dos hojas tenian una apariencia anormal. Eran muy planas y muy pálidas. La tercera hoja comenzó a tener las estrías de una planta normal de dátil. Ahora me parece perfectamente normal”.

“La única diferencia entre este dátil de semillero y cualquier otro dátil de semillero que haya visto brotar es la longitud de la tercera hoja. Esto es muy poco común”, ella dijo, señalando una hoja especialmente larga y fina que crece hacia fuera de la maceta.

“Seguramente es la semilla de árbol más antigua brotada alguna vez. Las semillas de trigo de las tumbas de los faraones se han brotado, pero ningunas de las plantas han sobrevivido por mucho tiempo. Antes de esto, la semilla más antigua crecida fue un loto de la China, que tenia 1.200 años”, ella dijo. “Estoy muy emocionada. No esperaba que algo suceda. Estoy realmente interesada en descubrir lo que va a demostrar la prueva de ADN. Sé que las semillas de dátil pueden permanecer vivas por varias décadas. Descubrir que pueden permanecer vivas por milenios es asombroso”.

Las palmeras datileras son masculinas o femeninas, pero es demasiado temprano para determinar el sexo de Methuselah. Normalmente, los árboles femeninos comienzan a fructificar tras unos cinco años.

“Tenemos que calcular donde debemos colocarla para que llegue a madurar. Entonces esperaremos que crezca y floresca para poder determinar si es masculino o femenino, y luego esperar que tenga ramas y semillas para poder propagarla. Es muy emocionante pensar que quizá algún día podramos comer dátiles de 2.000 años de edad, pero existe una posibilidad de 50 por ciento que sea masculino, en cuyo caso lo dicho no sucederá”, dijo.

Sallon se preparó como pediatra y gastroenteróloga, y ha trabajado con la madre Teresa en el orfanato Sisters of Charity en Calcutta. Ella fundó el Centro de Medicina Natural Louis L. Borick hace 10 años y es una experta reconocida por todo el mundo en el tema de las características médicas de plantas. “Es extraordinario ver esta semilla crecer, verla salir de la tierra después de 2.000 años. Es un momento muy conmovedor y emocionante”, dijo.

Las dos investigadoras tienen la esperanza que el árbol nacido nuevamente proporcione información valiosa sobre la economía y la sociedad de Judea en los tiempos de Jesús.

Una vez brotada la semilla, muestras de semillas excavadas del mismo escondrijo en Masada fueron enviadas a la universidad de Zurich para fechar el radiocarbono. Los resultados volvieron la semana pasada, demostrando que las muestras tenian 2.000 años apróximadamente, con un margen de error de 50 años, ubicándolos durante o un poco antes de la rebelión de Masada.

“Quizás uno de nuestros antepasados estaba sentado allí, en las almenas de Masada, comiendo sus dátiles mientras que los ejércitos Romanos se preparaban para el asedio final y quizás despreocupadamente escupía una pipa”, dijo Sallon. “Dos mil años más tarde, aquí estoy en el Kibbutz Ketura y ha crecido”.

La sexta hoja ha sido enviada al centro Volcani, el instituto de investigación agrícola de Israel, para sacar pruevas de ADN por el experto de palmeras datileras Yuval Cohen.

“Lo encuentro extraordinario”, dijo Cohen. "Hace dos mil años, durante el Imperio Romano, Israel era conocido por la calidad de sus dátiles. Eran famosos por todo el Imperio Romano. Pero el cultivo de dátiles para la exportación comercial de la fruta paró en el final del año 70 antes de Cristo, cuando el segundo templo fue destruido por los Romanos. Desde entonces, la tradición se ha perdido”.

“Es una pregunta interesante como fueron los dátiles antiguos. Esperamos que a través del análisis genético, podramos aprender más sobre el carácter de la población antigua del dátil”.

Cuando los Romanos invadieron a la antigua Judea, bosques densos de palmeras datileras que se elevaban hasta 80 pies de altura y 7 millas de anchura cubrieron el valle del Rio Jordan desde el Mar de Galilea en el norte hasta las orillas del Mar Muerto en el sur. El árbol definió de tal forma la economía local que el Emperador Vespusio celebró la conquista acuñando la “Judea Capta”, una moneda especial de bronce figurando al estado Judío como una mujer llorando bajo una palmera datilera.

Hoy, no quedó nada de esos bosques impresionantes. Las palmeras datileras en el moderno Israel fueron importadas, principalmente de California. El antiguo dátil de Judea, reconocido por su suculencia y famoso por sus numerosas características medicinales, se ha perdido en la historia.