Resinas de árbol


Bálsamo es la resina que brota de los árboles al cortarlos. También se llama con este nombre a varias plantas de resina aromática. Bálsamo, roble, morera y terebinto no son siquiera superficialmente similares y no están relacionados.

Los escritores antiguos relatan que la resina se agregaba al vino como conservante y por sus beneficios medicinales. Incluso se usaba para impermeabilizar el interior de los recipientes de cerámica para impedir que se escurriera el vino. El historiador griego Plutarco (±46-120 D.C.) observó que la resina era usada para realzar el bouquet; mejoraba el sabor del vino de los griegos en Euboea, de los italianos a lo largo del río Po y de los viñateros de Vienne en el Valle del Rhone.

Pliny el Anciano, famoso científico romano del siglo I D.C., dedicó gran parte de uno de sus libros (“Historia Natural”) al problema de cómo impedir que el vino se avinagrara. Resinas de árboles - pino, cedro y frecuentemente terebinto (el cual Pliny describió como la “mejor y más elegante” resina) - se agregaban a los vinos romanos precisamente con este propósito. Los romanos también usaban resinas para efectos medicinales; investigaciones químicas modernas han demostrado que las resinas pueden matar ciertas bacterias, protegiendo así a los compuestos orgánicos de la degradación.

Análisis de residuos en ánforas de vino de antiguos barcos naufragados y jarros de conserva excavados en la tierra han hecho posible en los últimos años rastrear el comercio y consumo de vinos de resina a través de la antigüedad hasta el comienzo de la producción de vino en el neolítico del Cercano Oriente. La evidencia más temprana, aportada en 1997 por Patrick McGovern y sus colegas de la Universidad de Pensilvania, viene de Hajji Firuz Tepe en Irán donde, entre los años 5.400 y 5.000 A.C., el vino mezclado con resina de terebinto se almacenaba en vasijas. Aquellos que beben retsina, por tanto, están continuando una de las más antiguas tradiciones en el mundo.