En 1947, un muchachito beduino pastor se topó accidentalmente con una jarra de arcilla en una cueva que contenía siete rollos de pergamino. No se imaginó que se había topado con uno de los hallazgos arqueológicos más importantes en la Tierra de Israel. Se desenterraron otros 700 manuscritos, entre ellos libros que describen la vida diaria de la secta que vivía en la zona del Mar Muerto, libros apócrifos (que no fueron canonizados), y fragmentos de todos los libros de la Biblia, a excepción del Libro de Estér.
El primer erudito que reconoció su antigüedad fue el Profesor E. L. Sukenik, director del departamento de arqueología de la Universidad Hebrea. A fines de 1947, unos días antes del estallido de la Guerra de Independencia, adquirió tres de los primeros siete rollos. Los otros cuatro fueron contrabandeados a Estados Unidos y en 1954 los adquirió Igal Yadín, el hijo de Sukenik, también un gran arqueólogo.
Poco después del descubrimiento de los rollos, un grupo de estudiosos bajo la dirección del sacerdote dominicano R. de Vaux comenzó a explorar y excavar la cueva donde los primeros rollos habían sido encontrados, además de otras cuarenta cuevas en la zona. Durante la excavación, que se extendió de 1951 a 1956, se encontraron muchos rollos y miles de fragmentos en 11 cuevas. Se encontró un gran complejo de edificios que era usado para actividades comunales - oración, estudio, comidas y trabajo. Usaban cuevas como dormitorios (se encontraron restos en más de 30 cuevas) y evidentemente también carpas y chozas.
El complejo incluye un gran salón comedor con un almacén en la cercanía en el cual se hallaron miles de recipientes de cerámica (aproximadamente un tercio de ellos hechos de piedra, no sujetos a impuro ritual, lo que demuestra la importancia de este asunto en la vida diaria de la secta); bancos, cerca de los cuales se encontraron pozos de tinta - evidentemente el lugar donde se sentaban los escribas y escribían los rollos, almacenes, talleres, rediles y mikves extraordinariamente hermosas.
Los miembros de la secta Qumrán pertenecían a un movimiento judío apocalíptico que dejó Jerusalén a raíz de una discusión con los “Hijos de la Oscuridad” - como llamaban a los sadúceos que servían en el Templo. Eligieron una vida de ascetismo en el desierto para separarse del mundo de impuridad y corrupción, en preparación para el día en que retornarían y tomarían el Templo de manos del malvado Sumo Sacerdote, emergiendo como víctores en la guerra entre los Hijos de la Luz y los Hijos de la Oscuridad. Uno de los rollos describe en minuciosa terminología militar los detalles de esa guerra.
Los miembros de la secta tornaban sus espaldas a Jerusalén durante la oración y adoptaron un calendario solar de 364 días. Las festividades las celebraban, por tanto, en días diferentes que el resto de la gente, pero siempre en el mismo día de la semana. La Pascua los miércoles, Shavuót los domingos y Yom Kipúr los viernes.
Esta secta tenía un programa diario fijo: un día típico comenzaba antes del amanecer con la oración comunal. Después, cada persona realizaba su tarea, ya sea cultivando palmeras datileras, llevando a pastar a los animales o realizando servicios para la comunidad tales como acarrear agua para el asentamiento, preparar la comida o realizar la manutención de los edificios. En la tarde la comunidad se volvía a congregar para la oración y el ritual de inmersión. Hacia el atardecer, después de la comida comunal, se llevaba a cabo la oración vespertina. Los miembros debían dedicar un tercio de las horas de la noche al estudio.
La mayoría de los Rollos del Mar Muerto está hoy en día en el Santuario del Libro, una cámara especial para la exposición de los rollos construída por el Museo Israel de Jerusalén. Allí se mantienen condiciones atmosféricas estrictas para minimizar las posibilidades de que se dañen los rollos. Las ruinas de Qumrán están bajo el auspicio de la Autoridad de Parques Nacionales. En el lugar hay una tienda de souvenirs, un restaurante y una presentación audiovisual.