Teodoro Hertzel fue un periodista judío austríaco que se convirtió en el fundador del Sionismo moderno. Sus nombres hebreos eran Benjamín Zeév.
Hertzel nació en Budapest, Hungría, en 1860. Sus padres, aunque judíos, no tenían un sentimiento judío y el joven Hertzel fue educado según los valores de la sociedad judía de Alemania de la época. Asistió a una escuela primaria judía, luego a un colegio secundario local laico y más tarde a uno evangelista. La familia se mudó a Viena en 1878 tras fallecer su hermana. Hertzel estudió leyes en la Universidad de Viena y se recibió de doctor en abogacía en 1884.
Trabajó varios años en Alemania y a la vez comenzó a escribir cuentos y obras de teatro filosóficos. Durante este período contrajo matrimonio y tuvo tres hijos. Esta no fue una época feliz de su vida, dedicada a la búsqueda del significado y la reforma social. Dejó la abogacía y se convirtió en el corresponsal en París de la Prensa Libre de Viena, un periódico liberal.
Hertzel presenció en París el aumento del antisemitismo que resultó del juicio de Alfredo Dreyfus, un oficial judío del ejército que fue despojado de su rango en una humillante ceremonia pública en enero de 1895 mientras una multitud gritaba “muerte a los judíos”. En junio de 1895, escribió en su diario: “En París, como he dicho, desarrollé una actitud más libre hacia el antisemitismo, el cual he comenzado a comprender ahora históricamente y a perdonar. Sobretodo, he reconocido el vacío y la futilidad de intentar combatirlo”.
Después de considerar varias posibilidades, Hertzel se convenció de que la salvación de los judíos era un éxodo masivo desde donde se encontraran hacia un territorio propio. Así, comenzó una nueva era en su vida - persuadir y organizar lo que luego se convirtiera en la Organización Sionista Mundial. Hertzel, quien estaba totalmente desarraigado del judaísmo y la hermandad judía, creía que cualquier territorio daría lo mismo. Puso su gran talento como escritor al servicio de convencer a los judíos ricos e influyentes para que apoyaran sus ideas.
Aunque no vivió para ver su sueño hecho realidad, su talento como organizador tornó a las organizaciones sionistas existentes de pequeños grupos inefectivos a una organización con apoyo internacional.
En 1896 publicó un panfleto, “El Estado Judío”. Si bien otros habían ya sugerido soluciones al problema del antisemitismo, Hertzel fue el primero que llamó a la acción política inmediata. Las reacciones de los judíos a su plan fueran variadas. Muchos lo rechazaron como extremo, aunque estaban los que respondieron con entusiasmo y le solicitaron que encabezara lo que habría de convertirse en el Movimiento Sionista.
Logró organizar y llevar a cabo el primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza, en agosto de 1897.
Escribió en su diario: “Si tuviera que resumir el Congreso de Basilea en una palabra - la cual me cuidaré de no pronunciar en público - sería esta: en Basilea fundé el Estado de Israel”.
El congreso adoptó el Programa de Basilea y estableció la Organización Sionista Internacional para ayudar a establecer los cimientos económicos para el Estado judío propuesto. Hertzel fue electo presidente de la organización y presidió los seis primeros congresos sionistas.
Durante el resto de su vida pasó gran parte del tiempo reuniéndose con líderes internacionales, tanto judíos como no judíos, intentando recaudar apoyo financiero y político para su sueño de un Estado judío. Murió en 1904, antes de que su sueño se hiciera realidad.
Después de su muerte, su reputación creció y tomó proporciones de leyenda. Se le atribuye el título de padre del Estado judío moderno. Desafortunadamente, como suele suceder con muchas grandes personalidades, como padre de sus hijos no tuvo éxito. De sus tres hijos, su hija mayor se convirtió en adicta a las drogas y de un carácter difícil, muriendo en circunstancias trágicas. Su único hijo se convirtió al cristianismo y posteriormente se suicidó. Su hija menor pasó muchos años en hospitales y fue llevada prisionera por los nazis a un campo de concentración. Aunque Hertzel provocó el éxodo sionista, no logró ser una influencia en su familia para que siguieran sus pasos. Así vemos que, desgraciadamente, el judaísmo pudo sobrevivir dos mil años sin el Sionismo, pero el Sionismo no pudo existir una sola generación sin el judaísmo.
La visión de Hertzel era de un Estado sin la mayor parte de los aspectos de la cultura judía. No creía en los habitantes del Estado como religiosos, nisiquiera hablando hebreo. Los que proponían un renacimiento cultural judío, como Ajád Haám, criticaban su libro “Altneuland”.
Hertzel no previó ningún conflicto entre judíos y árabes. El único personaje árabe que aparece en “Altneuland”, Reshid Bey, está muy agradecido a sus vecinos judíos por mejorar la situación económica en Palestina y no ve razón para conflicto.
El título en hebreo que dio el traductor, Nájum Sókolov, al libro ”Altneuland” es “Tel Aviv”. Este nombre proviene de Ezequiel 3:15. “Tel” es un monte antiguo formado cuando se construye una ciudad sobre sus propias ruinas de miles de años. “Tel Aviv” es “tel de la primavera”. El nombre se aplicó más tarde a la ciudad construída fuera de Yafo (Jaffa), la cual se convirtió en la segunda ciudad de Israel. Cerca se encuentra Herzelía, nombrada en honor a Hertzel.
En 1949 sus restos fueron trasladados a una montaña en Jerusalén occidental que pasó a llamarse Monte Hertzel y es hoy en día un principal cementerio militar.